El llanto del bebé

Los bebés no pueden autocalmarse, necesitan que los calmen. No tienen aún palabras, necesitan que se los interprete.

Las abuelas decían que LLORAR, ayuda a desarrollar los pulmones...
El llanto también cumple otras funciones para el pequeño

Durante los primeros años de vida el llanto modifica "su esencia" en las diversas etapas evolutivas; adquiere diferentes significados, y por ende, exige respuestas transformadas y transformadoras por parte de los adultos que cuidan al bebé-niño.

Escuchar llorar a un niño pequeño, conmueve en lo más profundo; desde el impulso para ayudarlo a sobrevivir, por su carácter de extrema dependencia; hasta sentir que es un "verdadero rival del poder" en el vínculo padres-hijo.

Algunas investigaciones antropológicas revelan que, sobre la base de la misma biología humana, la influencia ambiental y las variaciones en la crianza inciden en los estilos temperamentales de los bebés, siendo más irritables y llorones aquellos bebés criados en sociedades urbanas, en las que se expande la tendencia a la separación temprana (Small, M. 1999): dormirlo en un cuarto separado de los padres en los primeros meses, la institucionalización en los jardines maternales y sobre todo, la pretensión de que el bebé aprenda a esperar y autocalmarse de manera anticipada, para sus escasos recursos madurativos.

La necesidad de calmar al bebé-niño presenta una doble cara: la de satisfacer la necesidad del bebé y la de protegerse de la angustia que despierta en el adulto, quien "pone a prueba" sus propias capacidades maternantes y su emocionalidad inconsciente.

Aún nuestra cultura sobrelleva la idea que el bebé aupado, será un "bebé malcriado"; resabios de antiguas corrientes de puericultura, que atentan severamente sobre la intuición materna-paterna y la armonía en la vincularidad.

A continuación compartiré algunos puntos de vista sobre el llanto en el primer tiempo de vida.

Función de descarga:

Durante el primer trimestre de vida; el bebé reacciona activa e intempestivamente a las vicisitudes que siente y presiente en su cuerpo; tanto las relacionadas con el "adentro" como las percepciones provenientes del "afuera", del medio circundante. Frente a estas sensaciones responde con movimientos reflejos, automáticos e involuntarios.

Bajo la influencia de sensaciones agradables logra estar relajado y en armonía con el ambiente. Frente a situaciones desagradables, responde con máximo alerta y un aumento de tensión: agita brazos y piernas, llora, se queja y grita; en casos más extremos se arquea-vomita.

Los bebés lloran por múltiples motivos y, en primera instancia los padres suelen atribuirlo al hambre, sueño, cólicos, dolor.

Aún no existe una real conciencia de que el nacimiento y la adaptación al mundo; requieren de una alta exigencia generadora de cierto nivel de estrés y que se necesita una vía de descarga para reestablecer el equilibrio interno.

Las variaciones del tono muscular, entendidas como estados de tensión y distensión, traducen sensaciones de desequilibrio y equilibrio; displacer-placer; tanto del estado físico como emocional.

Frecuentemente, el llanto es liberador de tensiones acumuladas, independientemente de sentimientos de tristeza ó angustia. Encontramos así, un sentido positivo a esta expresión (que conmueve y a veces exaspera a los padres) porque cuando un bebé logra su equilibrio interno, optimiza los estados de vigilia para interactuar, adaptarse a los cambios y aprender.

Muchas veces el adulto se contagia del estado emotivo del bebé y la situación adversa se complica más aún. Nunca sacuda al bebé descargando las propias tensiones sobre él, ya que no solo no podrán calmarlo, sino que pueden ocasionarle daño irreversible en su cerebro.

Será siempre el adulto, aún con gran dificultad, quien logre desarrollar acciones reparadoras ó sabrá delegar a tiempo, el sostén del bebé tratando de recobrar el equilibrio de su propio estado emocional.

Función de comunicación:

Como se mencionó anteriormente; llorar es una señal de desequilibrio y por ello es una de las conductas privilegiadas para el establecimiento del apego. La función de comunicación se cumple siempre y cuando pueda ser interpretado adecuadamente por el adulto cuidador. Es decir cuando se establece un circuito de emisión-recepción-emisión de mensajes, que se expresan en niveles comunicacionales totalmente diferentes que entre adultos.

El grito y el llanto en un inicio son respuestas reflejas, y podríamos afirmar que "suenan casi siempre igual" este llamado al principio poco claro, constituye para los padres una suerte de "adivinación". A partir del tercer mes, el bebé comenzará a gritar o llorar de diferentes maneras, expresiones que irá transformando de la mano de la maduración y del establecimiento de un vínculo afectivo con sus progenitores; quienes a través del "ensayo y error" lograrán un desciframiento cada vez más específico para decodificar y satisfacer la demanda.

Volumen, intensidad, entonación, continuidad e intermitencia, gestos, movimientos de brazos y piernas; irán marcando variaciones para enunciar aquello que necesita. El grito y el llanto son los precursores del lenguaje; su función es la de convocar al adulto para buscar soluciones y comunicar sin intencionalidad de "manipulación" alguna. Debe contemplarse dentro de las "necesidades básicas", la demanda de compañía que garantiza la existencia del bebé para otro.

Lic. Paula Landen (2010)

Talleres para padres:
Las dificultades para calmar a los bebés llorones es frecuente motivo de consulta; pueden acercarse para sumar recursos calmantes para bebés irritables.